Queridas. Hoy estamos en un punto medio
entre dos solsticios. En el hemisferio norte toca primavera después del
invierno: las semillas despiertan. En el hemisferio sur toca otoño: las hojas
caen. Si los solsticios marcan puntos extremos de la Tierra en relación al Sol,
los equinoccios marcan valles. Pero estamos atravesando un bosque oscuro y
tenebroso, y necesitamos de todo nuestro talento, ingenio y amor para atravesarlo
con bien y salir de él con las manos recuperadas.
Para quienes ya han pasado por una o dos Vueltas,
quizás es hora de vivir lo que la Vuelta ha dicho una y otra vez. La teoría no
es más que un libro: caminar por la selva es la experiencia real. La Vuelta es
una máquina con 104 herramientas. Se pueden comprender una a una, o comprender
algunas, se pueden aplicar de forma individual, y todo ello tendrá su utilidad.
Pero el gran regalo de la Vuelta es comprometerse a dedicar esta cantidad de
días a caminar sincronizadamente, y para quienes han logrado aunque fuera un
breve trayecto de impecabilidad en la medida de su accionar consciente, la
memoria lleva experiencia viva.
En cada Vuelta insisto en la Mongolia
colectiva; no es una figura abstracta, sino la posibilidad de conducir esa
energía colectiva hacia un propósito común. La energía que se produce es tanta
y tan potente, que no sólo puede empujar un proyecto colectivo, sino además
puede potenciar exponencialmente los proyectos personales de cada participante
y producir energía para alinearse con el propio camino. Pero todo eso requiere
una atención muy enfocada. Esta Vuelta se suspende exactamente hoy y les invito
a que se preparen para la Vuelta de septiembre a diciembre. Los días siguen
corriendo, la secuencia está disponible, cada una puede construir su propio
recorrido. Las quiero mucho, buen viaje.