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lunes, 5 de junio de 2017

6.El cuerpo sabio



Así que estamos en la cresta del ciclo PÉTALO QUAN YIN, hoy son 15 minutos respirando, justo el centro de nuestro ejercicio de respiración +/- dos días de gracia para llegar al solsticio, y en la recta final de nuestra querida #LaVuelta104.

El ciclo que transitamos está dedicado a la compasión, a escuchar los ruidos del mundo con un corazón capaz de conmoverse, y la respiración es una herramienta para regresar al lugar donde sabemos ser sensibles. La respiración está asentada en el cuerpo, el cual está compuesto por esa agua de la que hablábamos ayer, y esa agua tiene una memoria particular, que guarda todas las experiencias de nuestra vida y también la de nuestros antepasados.

Nuestra voz y palabras; nuestras acciones, nuestras ideas y sentimientos tienen su asiento en el cuerpo: sin el cuerpo, tendrían poco sentido. Sentimos la compasión y el dolor en el cuerpo, y el amor también nos agita el cuerpo. Por eso, cuando el cuerpo habla, hay que saber escuchar su sabiduría. (Por ejemplo hoy, cuando esta migraña violenta no deja espacio para nada más que volver a la cama y darle tiempo al cuerpo para que vuelva a encontrar su equilibrio; otro día, si el tobillo se tuerce, quizás sea necesario parar un momento).
Mejor no esperar a que el cuerpo necesite gritar.

Vale la pena fijarse en lo mucho que se parece esta carta a la mujer medusa, que habla del placer.
Hoy, por pura casualidad, encontré este tuit:

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La mamá escucha latir en otro cuerpo el corazón de su hijo fallecido Para mandar cuando alguien no entienda que donar órganos es donar vida


Una señora de cabello corto y oscuro apoya el estetoscopio sobre el pecho de un hombre con camisa de cuadros y barba. El hombre sonríe levemente. La mujer escucha con atención, sorprendida. Se lleva una mano a la boca, conmovida, se repliega en su emoción. 


El doble corazón también tiene su asiento en el cuerpo, como sabe bien mi amiga Angélica.

2 comentarios:

  1. compasión conmigo , con mi cuerpo... fluir con el agua bendita,

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  2. Es así.
    Nuestro cuerpo sabe mucho y es un gran consejero. Por eso debemos permitir que se exprese y escucharle atentamente. Así como cuando hablan los guías en algún distribuidor y te indican la ruta que debes seguir. Y tú vas, con el corazón latiendo acompasado; más adelante, cuando llevas un largo trecho, comienza a saltar fuertemente como queriendo salir del pecho. Y entonces tienes que retroceder para recobrar el aliento después de tanto esfuerzo.
    Allá voy. Allá vamos.
    Camino a salir del laberinto.

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