Qué alegría remontar ligera, liberada de gravedad.
Ser el papagayo, cometa, papalote que se eleva, ser el cordel y la mano que lo sostiene, ser el viento.
Por turnos, para aprender a volar.
Hace muchos años hablábamos de cómo se parece una relación amorosa a saber volar un papagayo.
Los vientos vuelven a soplar y todo torna, como las órbitas sincrónicas.
Nos quedan 80 días, de manera que podemos empezar a dar la vuelta al mundo.
Por cual quizás sería interesante mencionar Mongolia, para irnos acostumbrando a la idea.
Hoy es un día luminoso, qué bonito sería salir a una colina, a volar papagayos.
Mañana también se puede, ¿alguien se anima?
Sheila Monroy atendió a la invitación.
Viva!!! El vuelo de una nos hace volar a todas.
Gracias!
El estira y encoge al volar un papagayo se parece al dúo dinámico Júpiter-Saturno. El uno expande, el otro restringe. Pero ambos se traen algo entre manos. Dibujan algo bonito en el cielo. Y sabes quién ayuda a lograr esos movimientos maravillosos? Pues Urano, haciendo de las suyas cambiando la dirección del viento. Y finalmente, alzar el vuelo como el águila simbolizada por Plutón. Analogía astrológica digo yo.
ResponderEliminarHoy iré por unos minutos adónde sople el viento. Total, quedan bastantes días por delante.